El Análisis de Criticidad y Riesgo es una metodología que busca ubicar en diferentes zonas el riesgo que un activo le pudiera generar a la organización donde forma parte. Riesgo es una expresión que relaciona dos variables: Ocurrencia expresadas en probabilidades y Gravedad o Consecuencias.

Un activo no es crítico si no le genera riesgos a la organización y es la interpretación de esta idea lo que a veces confunde a los analistas ya que la más clásica confusión es creer que si un activo tiene un Alto Impacto Operativo necesariamente debe estar considerado como un Activo Crítico. Un activo puede que tenga un alto impacto operativo, un posible impacto en la seguridad personal y/o ambiental o altos costos de reparación, pero esa posibilidad expresada en la cuantificación de la Probabilidad de ocurrencia es baja o muy baja, entonces este activo aun teniendo sin ninguna duda un alto impacto operativo no debería ser considerado como crítico porque su nivel de riesgo así lo expresa.

“Importancia operativa NO es igual a criticidad y mucho menos a riesgo”

Varias metodologías de análisis se utilizan para evaluar el riesgo de peligros a la personas y medioambiente, o para analizar la planta o el desempeño del sistema. Para que tales análisis sean efectivos y decisivos, los datos de confiabilidad y mantenimiento (R&M) de equipos son vitales. Estos análisis requieren de una comprensión clara de las características técnicas de los equipos, sus condiciones operativas y medioambientales, sus fallas potenciales y sus actividades de mantenimiento.

El Modelo Mixto de Confiabilidad, Amendola.L, 2000, 2020, Figura 1, soportado por diferentes metodologías entre ella “Análisis de Criticidad y Riesgo – (ADC)”, será de gran ayuda en el análisis, evaluación de las instalaciones y sistemas de planta, para determinar las estrategias de mantenimiento y confiabilidad para satisfacer los requerimientos específicos del negocio.

Según la Norma ISO 14224:2016 el riesgo se describe a menudo a través de tres aspectos: posibles eventos, posibles resultados, y las incertidumbres asociadas a los eventos y resultados. Como parte de una evaluación de riesgo típica, se debe estimar la probabilidad de la ocurrencia de los eventos peligrosos que pueden ocurrir, y las consecuencias esperadas de estos eventos. Se debe tener en cuenta que la consecuencia es una propiedad sistémica y que el efecto de un modo de falla determinado puede cambiar según cómo se utiliza dentro de un sistema. La clasificación de consecuencias de falla es una parte esencial de las aplicaciones de datos utilizadas para evaluar el nivel de riesgo. Por lo tanto, es útil clasificar la gravedad o consecuencias de las fallas según su impacto general.

Figura 1. Modelo Mixto de Confiabilidad, Amendola.L, 2000, 2020

Considero que este impacto general se consigue al evaluar y combinar las siguientes variables: Impacto Operacional, Configuración Funcional, Tiempos Muertos, Facilidades de Mantenibilidad, Costos de Reparación, Impacto en Seguridad, Impacto Ambiental e Impacto sobre la Imagen de la Empresa antes los clientes o Comunidad.

He observado diferentes modelos de análisis de criticidad y riesgo, unos más cualitativos que cuantitativos, otros con tres y otros con cuatro zonas de criticidad y con diferentes rangos para cada zona, he visto modelos con matrices cuadradas (4×4; 5×5; 10×10) otras rectangulares (4×5; 4×6; 5×10). Siempre he pensado que lo importante es que sea el modelo que seleccione cada organización, ese modelo le ayude a priorizar los esfuerzos de confiabilidad, le defina el orden para iniciar un proceso de implantación de un Mantenimiento Centrado en Confiabilidad, de la mejora en la Planificación y Programación del Mantenimiento, de un Análisis Proactivos de Causas Raíz, del Análisis de Repuestos Centrados en Confiabilidad y en general de todos los esfuerzos de mejora en búsqueda de la Calidad, Productividad, Competitividad y Rentabilidad de las organizaciones.

Personalmente siempre me han gustado más los modelos cuantitativos sobre los cualitativos, me parece que con el modelo cuadrado de 10×10 se visualizan mejor las zonas de criticidad y riesgo, siempre he preferido combinar las consecuencias y no decidir por el peor escenario de una de las variables que integran la gravedad.

Esto lo sustento por aquello que dice la Norma ISO 14224:2016 que es útil clasificar la gravedad o consecuencias de las fallas según su impacto general, pero también entiendo que si el modelo que seleccionen les brinda una visión que les ayuda a priorizar de manera lógica sus esfuerzos de confiabilidad, pues bienvenido ese estudio y su análisis. No quisiera terminar este artículo sin expresarles que siempre recomiendo llevar el modelo de criticidad en los diferentes niveles taxonómicos de los activos, ya que no es solo el conocer la criticidad y riesgo del activo, sino que siempre será importante conocer también la criticidad del sistema o del equipo mantenible que a la larga es lo que está haciendo que el nivel de riesgo clasifique como crítico ese activo bajo análisis.

Siempre he comulgado con la idea de que la Cultura de Confiabilidad se sustenta en tres principios:

  • Prioridad
  • Enfoque y Proacción
  • Prioridad

Esta última le da al enfoque y a la Proacción su dirección y soporte, su dirección y sentido y es ahí donde el Análisis de Criticidad y Riesgo nos apoya a través de ofrecernos una metodología clara y robusta para priorizar nuestros esfuerzos de confiabilidad. Apreciados lectores, así lo pienso yo…. Así se los planteo.

LIBRO RECOMENDADO:

Modelos Mixtos de Confiabilidad

Dr. Luis (Luigi) Amendola, Ph.D.

 

Este libro pertenece a la colección de libros «Maintenance & Reliability Strategy Series» y en él se explica la primera parte de toda Gestión de Activos como proceso prioritario. Se describen técnicas y herramientas de confiabilidad como RCM, RCA, TPM, RBI, CBM y RAM, que permiten contemplar la confiabilidad de activos con una óptica centrada en la creación de valor. La implantación de estas técnicas bajo un modelo mixto impacta positivamente en la rentabilidad de los negocios y ayuda a estructurar un sistema de confiabilidad alineado con la estrategia de la compañía.

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